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Edificio Polifuncional de Sesga (escuela rural, barbería, horno y calabozo)

En cuanto a esos edificios que se conservan en la zona y que nos muestra las formas de vida de antaño, configurando una fascinante ruta afectiva por nuestro entrañable “Territorio Museo”, tenemos esta antigua construcción multifuncional. Este edificio es similar a los que tuvieron otras  localidades del Rincón de Ademuz, como Sesga, Val de la Sabina o Torrealta, donde el horno comunal comparte espacio y caldea otras dependencias como la escuela, la barbería o la “Casa de la villa”. En concreto, aquí, la tahona se ubica, como es tradicional, en la planta baja, con su enlosado de grandes piedras y el viejo horno moruno, utilizado por los vecinos hasta fechas muy recientes. En la planta primera encontramos, por un lado, la barbería, que también fue lugar de reunión vecinal y comunica el calabozo. Por otro lado, anexa, está la escuela.

De la barbería todavía se conserva una pequeña muestra del instrumental propio de este oficio, cuando el cirujano barbero igual cortaba la barba que extraía las muelas o blanqueaba los dientes con aguafuerte. El aula se muestra intacta, con la decoración propia de la época tal y como se quedó cuando se cerró hace más de medio siglo, constituyendo un auténtico y entrañable museo. Los tinteros aún están en los taburetes, los mapas colgados en las paredes y aún parecen resonar los ecos del alegre griterío infantil. Aquí el fuego servía, pues, para dar calor a las distintas dependencias, pero también para dar alimento, para dar salud y sabiduría.

Nos cuenta emocionado Fermín Luz, cómo los niños llevaban cada día un tronco a la escuela para echarlo a la estufa y calentarse; y cómo la escuela estaba repleta de escolares, ya que la población llegó a tener casi cuatrocientas personas. Y nos relata cómo el horno se encendía tres días a la semana, hasta que la gente empezó a dejar el pueblo y el local dejó de subastarse por navidad, pues nadie lo quería ya regentar.

Este inmueble de gran valor etnológico nos permite, pues, transitar en “flash back” por el tiempo, en un viaje umbilical hacia el pasado. Un recorrido que se puede extender por otras arquitecturas de la aldea, como la tejería, que se conserva intacta y mantiene, incluso, en el almacén, todas las herramientas propias del oficio; los dos hornos de yeso, o el conjunto hidráulico, con la fuente, el abrevadero, el lavadero, el batán, las acequias o el balsón. Todas estas estructuras preindustriales de Sesga, con algunas de Ademuz, recibieron, en 2011, el primer premio “Europa Nostra”.

Como dice su propio nombre, Sesga es un lugar sosegado, donde se respira quietud. Se ubica a los pies de la Sierra de Tortajada, a 1.180 metros de altitud. Un lugar donde se mantiene casi intacto el tradicional caserío de la comarca y un  patrimonio monumental rico que encabeza la iglesia de la Inmaculada, del siglo XVI, o las ruinas sugerentes de un castro íbero, al que llaman el “castillo de los moros”, o el pilón de Santa Bárbara; también esas gentes que, como Fermín Luz, son auténticos libros-vivos, irradian saber.