Los cuatro elementos

El fuego (itinerario 4)

La última de nuestras propuestas tiene que ver en aquellos edificios de la arquitectura preindustrial, tan abundantes y tan interesantes, que tienen que ver con el fuego (tejerías, hornos, yeserías, caleras, etc.). Elementos civiles que completan la destacadísima arquitectura tradicional, objeto de estudio de prestigiosas universidades de todo el mundo. Vestigios de un modo de vida que se fue, el antiguo estilo de vida autóctono y la memoria colectiva del área rural. Unos espacios ligados a entrañables artesanías, pero también a una excelente y contundente gastronomía.

Así pues, conoceremos ese fuego “amigo”, esclarecedor, emblema de sabiduría, recorriendo, entre otros lugares, las antiquísimas escuelas magníficamente conservadas de Sesga o Mas del Olmo. También ese fuego “enemigo” que se dio en este territorio de frontera, pudiendo visitar, entre otras cosas los refugios y trincheras de la guerra civil en Torrebaja.

Precisamente en Torrebaja, podríamos comenzar nuestra cuarta travesía, por los numerosos vestigios de la última Guerra civil, que tuvo en esta población un escenario relevante. Debido a su estratégico emplazamiento, como nudo de comunicaciones, en la confluencia, primero de los caminos reales y luego de las carreteras nacionales entre Valencia, Castilla y Aragón, Torrebaja ha sido escenario de episodios comprometidos de nuestra historia. Así, durante la contienda del 36, se convirtió en el pueblo del Rincón más castigado, ya que aquí, cerca del frente, se ubicó el “Hospital de Sangre”, el “Estado Mayor de XIX Cuerpo de Ejército republicano” y el “Alto Comisariado”, razón por la que la población fue bombardeada en varias ocasiones, acabando con la vida de muchas personas y con parte del patrimonio monumental, como la iglesia de “Santa Marina”. En el pueblo tenemos testimonios, como la bomba que hace de piedra esquinera en una de las casas en la calle que sube hacia el “Barrio de los pajares” y la “Ermita de San Roque”, cuyo interior conserva singulares pinturas murales de estilo de estilo neoclásico; entre ellas el antiguo escudo de los Ruiz de Castellblanque, sito en el frontón. Así mismo, cerca de las huertas del río Ebrón, se pueden recorrer algunos senderos que nos llevarían a descubrir diferentes “Trincheras”; también a elementos que tienen que ver con otro tipo de fuego, como los hornos de yeso.

Siguiendo con ese “fuego” amigo, a ese fuego que alimenta el cuerpo o el espíritu, podríamos ascender hacia los “Molares” y la “Loma del Romance”, para entrar por la “Fuente de Mal Paso”, con zona de acampada, al “Barrio de Arriba” de Mas del Olmo. Allí encontraríamos un horno de yeso y un “Cubo” con rampa exterior para acceder a la parte superior del lagar, que no es el único, pues el cultivo de vino estuvo extendido en la comarca hasta 1916 que entra la enfermedad de la filoxera. Ya hemos visto como este tipo de construcciones son comunes en toda la zona, como también lo son los hornos. Así, para visitar uno de ellos, en concreto de pan, podríamos bajar hacia una antigua tahona comunal convertida en “Museo del Pan”. Un entrañable edificio que forma parte de la red de Centros de Interpretación de este Territorio-Museo. Calle arriba, llegaríamos  otro lugar que además nutrir el cuerpo, incendia el pensamiento, como ese “pan de las almas, que hace tantos años, se reparte en Santa Bárbara, la titular de la ermita; nos referimos al edificio polifuncional que acogía, y aún hoy se puede ver, la escuela calefactada por el horno de pan, como pasaba en otras poblaciones como Torrealta, Val de la Sabina y como aún se puede ver, también en Sesga; este último además, también acoge la Barbería y el Calabozo.

Precisamente, en la pascua granada acudirán aquí los vecinos de Sesga, también pedanía de Ademuz, en romería y actualmente aquí se reúnen en confraternidad. Si continuamos pues nuestra andadura hacia Sesga, podremos visitar dos hornos, uno de yeso y otro de cal, ambos de forma cilíndrica, en las inmediaciones del casco urbano; mientras que la tejería convertida también en museo conservaría planta cuadrada cubierta con cúpula, mostrando una tipología diferente a otras próximas como la de Puebla de San Miguel. Estos interesantes elementos constructivos, con el “Conjunto hídrico”, formado por la fuente, el abrevadero, el lavadero, el balsón o el Batán, fueron galardonados, como sabemos, con el primer Premio “Europa Nostra”, en 2011, junto a la “Escuela-horno-barbería” y también el “Cubo del tío Maroto”, el conjunto del “Molino de la Villa” y la “Tejería de la Vega” en Ademuz.

También aviva el saber, el descubrimiento de obras de arte como las que guarda la ermita de la Inmaculada, cuyo interior nos guarda diversas sorpresas, como las pinturas alusivas a la Virgen que decoran las pechinas de la cúpula de  la cabecera, ejemplo único en la comarca o la pila bautismal tallada en piedra rosada y la tabla renacentista de “Santa Catalina y Santa Bárbara”, que se remontan al siglo XVI.

Otro fuego interesante es el que nos traen celebraciones como las “Hoguericas de San Vicente Ferrer”  o las “de la Inmaculada” en Ademuz, las “de San Sebastián” en Mas de Jacinto, o las “de San Antón”, en todas las poblaciones de una comarca, incluida Casas Altas, donde se ha rehabilitado otro espacio ligado al fuego, el “Museo del Pan”. En el podemos visualizar, en un recorrido evocador, todo el proceso que va desde la siembra del trigo, hasta el horneo. Un edificio que forma parte de los pequeños museos que recorren el Territorio-Museo y nos muestran las formas de vida de antaño. Este, además, hace tándem con otro espacio de gran valor etnológico y arquitectónico, el Centro de Interpretación “Homo Faber”. En él se explican, basándose en un prestigioso trabajo de la Universidad Politécnica de Valencia, la arquitectura preindustrial de la zona y sus usos.

Podríamos seguir enumerando elementos relacionados con el fuego, mejor o peor conservados, por toda la comarca, porque son innumerables, como la “Tejería” de la Puebla de San Miguel, o la “Herrería” y el “Horno de yeso” en Castiel, o el de Torrebaja, o el de Vallanca;  o el “Obrador de pan” de Tóvedas de arriba, o el “Horno de “Arriba” de Ademuz, del que solo se conserva la portada de piedra, convertida en un símbolo, etc.;  pero estas propuestas solo son una pequeña introducción, un pequeño compendio; solo pretenden sugerir, provocar, descubrir diferentes alternativas de un territorio privilegiado, rico en recursos de todo tipo, sobre todo en el terreno natural y de la memoria; un entrañable Territorio-Museo.