El Territorio Museo

¿Qué es?

El patrimonio es una nueva forma de producción cultural en el presente que recurre al pasado”. Barbara Kirshenblatt-Gimblett.

El Rincón de Ademuz es un espacio sereno, sosegado, un trascendental lugar de encuentro, donde vivir sensaciones inéditas. En este enclave, donde se extienden las primeras tierras conquistadas a los moros valencianos, se levantan las cumbres más altas de la región y los bosques más antiguos, con sabinas milenarias y chopos fecundantes que se plantan en ritos atávicos. En este espacio de enorme biodiversidad, podemos dialogar con la naturaleza, con nosotros mismos, inmersos en un paisaje variado que apenas ha perdido su virginidad; que nos traspasa. Un paisaje vigoroso, regado por ríos jugosos como el Turia, que forman vegas fértiles, donde la tierra sabe a Esperiega.

El Rincón es un espacio para la memoria, donde el tiempo se ha ralentizado para darnos una tregua, que nos permite andar a nuestro paso y encontrar un sentido. Un territorio único donde resuena el sonido de las gaitas en danzas ancestrales y bandeos extáticos; en el que perviven arrecifes del jurásico, misteriosas necrópolis íberas, ermitas medievales o sugerentes ruinas de castillos y conventos hechizados; o monumentales “barracas” de piedra en seco, levantadas por sabios alarifes, para mostrarnos los secretos de las piedras. Esas piedras que vemos en forma de lajas en las casas tradicionales, arquitecturas sin parangón, excepcionales.

Aquí quedan vestigios singulares de la forma de vivir de antaño, que nos permiten comprender, reconocernos y proyectarnos, ser. Huellas de esas actividades fundamentales para la supervivencia, algunas de ellas artesanales, que se desarrollaron en armonía con el entorno.  Rastros pétreos, arquitectónicos, estudiados y premiados a nivel europeo, que tienen forma de molinos, hornos de yeso o de pan, acueductos, acequias, corralizas, destilerías, lavaderos, almazaras, pajares, escuelas, tejerías, bodegas subterráneas o “cubos”, entre otros elementos significativos de época preindustrial. Algunos de ellos se han convertido en atractivos Centros de Interpretación y componen un recorrido entrañable, que se convierte, con el resto, en trascendental herencia cultural. Arquitectura asociada a la tierra, al agua, al fuego o al aire, que contribuye decisivamente al paisaje antrópico del Rincón, que conforma un patrimonio irrepetible: el patrimonio de lo vivido.

Toda esta área se convierte así en pura geografía emocional, lugar de memoria, de dignidad y ensoñación de futuro; en una zona única para degustar la magia y la belleza del interior; que posibilita un viaje a nuestro propio interior. Un gran territorio, pues, de sentimientos y sensaciones; un gran “Territorio Museo”.