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Castielfabib. El gran baluarte en la cruz de los tres reinos.

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El antiguo “Castellum Fabio”, conocido popularmente como “Castiel” constituye, junto con Ademuz, una de las dos villas históricas de la comarca. Es el municipio más extenso, con más de 100 km² y cinco pequeñas aldeas: Cuesta del Rato, Mas de Jacinto, Mas de los Mudos, Los Santos y Arroyo Cerezo. Ésta, conocida popularmente como “el Royo”,  es el punto habitado de más altitud de la Comunidad Valenciana. La altura mayor de la abrupta circunscripción es el “Pico de la Cruz de los tres Reinos”, en cuya cima, de más de mil quinientos metros, confluían los antiguos reinos de Aragón, Castilla y Valencia, en un lugar mítico y espectacular, declarado “Paraje Natural Municipal”.

Castiel, es apodado, por su belleza, monumentalidad y espectacular ubicación sobre un cerro, en un meandro del río Ebrón, el “pequeño Albarracín”. Entre el relevante patrimonio arquitectónico de este pintoresco conjunto histórico de trazado medieval, podemos destacar la gótica iglesia-fortaleza de “Nuestra Señora de los Ángeles”, o el castillo y sus defensas, todo un conjunto declarado “Bien de Interés Cultural”. Otros monumentos importantes serían la “Casa de la Villa” con su interesantísima logia renacentista, la “Casa Abadía”, el “Molino de la Villa” o la ermita “de la Virgen de Gracia”, de estilo gótico y declarada “Bien de Relevancia Local” (BRL). También las ermitas de “San Diego” en Cuesta del Rato o la de “San Sebastián”, en Mas de Jacinto, que conserva una cruz de madera, que según la tradición, procede del “Huerto de los Olivos”; o las iglesias  de “San Marcos”, en Los Santos, y la de “San Joaquín y Santa Bárbara” en Arroyo Cerezo. Todas ellas, unidas a las sugerentes y espectaculares ruinas del “Convento de San Guillermo”,  configuran una ruta única. A éstos espacios se podría añadir la visita a otros caseríos y corrales dispersos por su término municipal, como las “Casas de las Tóbedas” o los “Corrales de la Nava”; también a sus numerosos yacimientos arqueológicos algunos con restos desde la Edad del Bronce, como los del “Paraje de La Nava”.

A todo este extenso patrimonio monumental, habría que añadir su singular caserío, que varía según la ubicación del núcleo urbano. Así, por ejemplo, Arroyo  Cerezo, el más elevado, posee una tipología única de vivienda en el Rincón de Ademuz para soportar el frío, de una o dos plantas, como máximo, de muros recios de piedra y techos bajos, con un porche en la entrada. Dentro de esta arquitectura domestica tradicional podemos destacar estructuras como los antiguos hornos, almazaras, graneros, cubos, pajares, aljezares, colmeneros o las singulares bodegas excavadas en el suelo, entre otras. También elementos que tienen relación con el agua, como los molinos, puentes, fuentes, lavaderos, aljibes, pozas, abrevaderos, acueductos o acequias que constituyen un interesantísimo entramado hídrico por todo el término. Así mismo, habrían que destacar las variadas arquitecturas de piedra en seco, una de las principales señas de identidad de toda la comarca. 

El toque de modernidad, también necesario, a todo este sinfín de recursos culturales, lo pondrían, entre otros las diferentes esculturas que se extienden por todo el término y que forman parte del Parque escultórico comarcal al aire libre “Arte y Naturaleza”, donde están representados creadores de varios continentes.

Por otro lado, habría que destacar el patrimonio inmaterial, ya que se mantienen ritos tradicionales de gran interés antropológico. Festividades como las que se celebran en las aldeas o en el mismo pueblo, como las de la “Virgen de Gracia”, las hogueras “de la Inmaculada”, los “mayos” o las más emblemáticas, las de “Semana Santa” y las de “San Guillermo”. Centrándonos en estas dos últimas, destacar que, en las primeras, se desarrollan celebraciones como la “Plantá de los chopos” o las “Cortesías”; mientras que las fiestas en honor al santo de Aquitania, Fray Guillermo, son famosas por el espectacular Volteo o “bandeo” humano de las campanas, donde los campaneros acompañan el giro de los bronces abrazados a ellos.

Pero si Castiel es tradición y memoria, sobre todo es naturaleza en estado puro. Múltiples senderos y caminos no motorizados, recorren este territorio montañoso de extensos bosques de pinos, robles y sabinas, con alturas que van de los 1550 a los 800 metros de increíbles vistas; con monumentos geológicos destacadísimos, como los increíbles arrecifes jurásicos de coral en Arroyo Cerezo. Pero también senderos con excelentes miradores, como el de Las Hoces, que recorren las vegas del Turia o del Ebrón. Riberas con bosques de galería que cambian de color cada estación, con variadísimas especies vegetales, como los álamos o los chopos. En Los Santos, Castiel y Cuesta del Rato las aguas del Ebrón bajan rápidas y tan cristalinas que permiten también la presencia de una abundante fauna, con especies tan excepcionales como las nutrias. En “Mas de Jacinto”, llamado también La Masada, y en Mas de los Mudos o “La Masadica”, siguen los bosques, los campos de regadío de frutales y hortalizas y las ramblas, pero a la vera del Turia y rodeados por montes que se alzan súbitamente para formar paisajes también muy singulares. Aquí el que el verdor del río se enmarca en un panorama de montes cubiertos de pinares y de espacios en los que la erosión ha modelado curiosas formas dejando al descubierto una tierra de un intenso tono anaranjado.

Un territorio, pues, de contrastes, que asegura un paseo por la historia, por el arte y la artesanía; también por tradiciones más arcaicas, por la naturaleza más virgen, por la gastronomía más suculenta; por las leyendas más seductoras. Un  espacio de tranquilidad y paz que fue solitario y apacible refugio de eremitas.