Centros de interpretación

Molino de Casas Bajas

Uno de esos edificios que se conservan en el Rincón de Ademuz que nos evocan las formas de vida del pasado preindustrial y que conforman una fascinante ruta emocional dentro de este “Territorio Museo”, es este antiguo molino del siglo XVIII.

Igual que no hay dos hombres iguales, tampoco hay dos molinos semejantes, y menos en esta comarca tan variada, donde la orografía y la funcionalidad condicionan la arquitectura. Pero, sin lugar a dudas, éste es uno de los más bellos. El Turia, ese río trabajador, ha movido, durante siglos, la maquinaria de esta construcción, hoy convertida en museo y sala temporal de exposiciones, acentuando su valor cultural. Una maquinaria que agita también el recuerdo y nos permite viajar por el tiempo hacia esa época en que las actividades del hombre mantenían su vínculo crucial con la tierra, con la naturaleza. 

En Casas Bajas, el agua pura del Turia fertiliza la tierra y asegura la subsistencia; también ha sido motor de la vida y fuente de fraternidad; porque siempre ha unido, como un cordón umbilical a los pueblos. El agua limpia cualquier sombra, como aquellos molineros que cernían la harina, para cribar la más mínima impureza. El agua arrastra cualquier ausencia, llena esta tierra fecunda de presencias, como la de aquellos bravos gancheros que navegaron por aquí, pastoreando miles de troncos y arriesgando sus vidas, para alcanzar un sueño.  El agua es pues motor de futuro y de recuerdo; espejo que nos permite reconocernos, comprendernos, proyectarnos, ser. El agua ahoga lo efímero y lo dota de eternidad.

Molino de Casas Bajas. La huella del hombre ha quedado reflejada en toda la comarca. Podemos seguir sosegadamente esas huellas que ha ido dejando, a través de una de las rutas más entrañables de este “Territorio Museo”, la que recorre los diferentes edificios preindustriales que han sido musealizados. Uno de estos espacios que nos trasladan a un tiempo pasado y trazan un emotivo itinerario por la memoria, es este antiguo molino.

El agua nítida del Turia, mueve las muelas de esta conmovedora máquina del tiempo y convierte la memoria en harina pura, libre de impurezas, en alimento.