Los cuatro elementos
La piedra (itinerario 3)
La piedra es otra de las grandes protagonistas del Rincón. La piedra presente la naturaleza, pero también en los edificios históricos y monumentales, y en otras construcciones (casas, pajares, corrales, parideras, etc.) y otros elementos arquitectónicos más modestos y siempre en armonía con el paisaje: los ribazos, los parapetos o esas atávicas y colosales barracas de viña o de pastor de piedra en seco, tan singulares, como lo es todo en este territorio.
Caminamos por las losas en un espacio donde la piedra se convierte en arte, un terreno de Alarifes que rivalizan con la propia naturaleza, en el arte de la talla. Un espacio que es, además, el mayor Parque escultórico al aire libre de Europa, con obras ubicadas por toda la comarca de creadores de diferentes continentes.
Podríamos comenzar esta propuesta, por ejemplo, en Casas Bajas, en concreto en el “Molino harinero” del XVIII, que forma parte de esa fascinante ruta de edificios preindustriales musealizados que recorre todo este Territorio Museo. En sus alrededores, además de alguna muela antigua, podemos ver diferentes esculturas del Parque parque escultórico «Arte y Naturaleza», como la del “Caminante” de Lukas Karrvaz, que marcaría, simbólicamente, el inicio de este atractivo museo al aire libre. Desde allí iríamos ascendiendo por los singulares pajares, en los aledaños del pueblo, hasta “Los llanos del pinar”. Allí descubriremos, en una atractiva ruta, otro paisaje cultural significativo, el que conforman las numerosas construcciones de piedra en seco. Unas estructuras que encontramos con profusión en todo el Rincón, sobre todo las singularísimas barracas “de viña” o “de pastor”, algunas monumentales, como la “Grande” ubicada aquí, junto con otras, de todos los tamaños y tipologías y otros elementos interesantes como corrales, ribazos, abrigos, parapetos u hornos. Estos se extenderían hacia Casas Altas, desde donde nos podemos desviar siguiendo este pétreo itinerario, por ejemplo, hacia Sesga, con magníficas panorámicas del Valle, por el barranco de la Umbría Negra hacia la Loma del Gazapo o por Val de la Sabina, por el Puntal de la Cueva del Gallo y El Cerrito”.
Otra ruta interesante en torno a la piedra, podría ser la que conecta las Tóvedas con el Turia. ES el “Camino de la madera” o “del oro verde”, que parte del caserío de Tóveda de Abajo, en Castielfabib, donde se encuentra la “Casa Grande”, paradigma de arquitectura tradicional y cuya construcción parece anterior al siglo XVIII. Por “La Calzada”, los madereros bajarían los pinos de las sierras limítrofes hasta Ademuz, en carros de pértiga, dejando sus huellas profundamente labradas en la roca viva del monte, como aún podemos ver.
Otras zonas con notables ejemplares de este tipo de fábricas en Ademuz, podrían ser la de “Los planos” o la que va desde Val de la Sabina a Sesga, salpicada por estas pequeñas joyas arquitectónicas, levantadas por sabios alarifes. Aquí destacan barracas como la de “La piedra rasa”, la del “Barranco de las Malas noches”, la del “Escarbadero”, la del “Tío Sardina”, la del “Pocico” o la del “Tío Lelita”, entre otras construcciones que liberan de piedra los bancales: ribazos, cijas, parideras, aljibes, parapetos u hornos como la tejería y las dos yeserías de Sesga.
Esta aldea conserva además otros elementos líticos de gran valor etnológico, como la “Escuela-Horno-Barbería”, que forma parte de la red de museos del Territorio-Museo o monumentos como la “Iglesia de la Inmaculada”, del siglo XVI. En Val de la Sabina, por otra parte, podríamos destacar otra ermita más antigua, la de “San Miguel Arcángel” y elementos como el “Lavadero” o el mismo caserío en el que encontramos numerosos “pajares” de lajas de piedra, vigas de madera, machones de yeso y tabiques de mimbre que pueden ser, como en el resto de la comarca, de una o varias plantas en torno a pequeñas eras.
Así mismo se puede prolongar nuestro recorrido hacia Mas del Olmo, por el “Barranco del Val de Agua”, pasando por el “Molino de los Cuchillos” y su área recreativa, y por el “Barranco del Mas”. Una vez visitada esta pedanía donde se ubica además de la atractiva “Iglesia de Santa Bárbara”, el “Museo del Pan”, la antigua “Escuela”, “Cubos”, hornos de yeso y otras estructuras interesantísimas, podríamos bajar, por la “Rambla de Riodeva”, hasta Torrealta, donde podemos ver la iglesia gótica de “Santa Ana” y la antigua “Torre Somera” o “Torreón de los Garcés de Marcilla”, una de los escasos ejemplos de torres rematadas por un cadalso de madera en España.
Continuaríamos nuestra marcha por Mas de Jacinto, en el valle de la “Rambla de Val del Agua”, por las paredes rojizas de sedimentos terciarios, las más antiguas de la zona, hacia Cuesta del Rato, para descubrir parajes como las “Roturas” donde encontramos un peculiar aljibe o pozo, u otros más agrestes como “El Rodeno”, “El Prao Medias”, “La Mojonera”, “Las Hoces”, “Los Alcores”, las “Lomas de Abril”, “La Morrita”, “Las Fuentecillas” o “El Rato”. En Cuesta del Rato otro elemento relacionado con el agua, un “Cubo” y la “Ermita de San Diego”.
Podríamos seguir recorriendo piedras tan ilustres, como las que quedan del “Convento de San Guillermo” y del “Castillo” de Castielfabib; o las de la “Ermita de Sta. Bárbara” y el “Castillo” de Ademuz, que ya hemos mencionado en otras propuestas, pero, por la materia a seguir, preferimos continuar este recorrido, por Torrebaja, donde se encuentra el al “Punto de Interpretación de la Geología del Rincón de Ademuz”, en una zona de alto interés botánico que permite contemplar la más amplia muestra de la flora de la comarca.
Para poner punto final a este itinerario, que podría ser interminable, proponemos la visita a la partida de “El Cerro” en Vallanca, donde también encontramos un gran número y variedad de elementos de piedra en seco. Entre ellos destacaría por su grandiosidad tectónica la barraca de “Josezón”. En esta construcción rectangular, de techumbre térrea y vegetal característica y fachada orientada a levante, las piedras voladas de la pared interna se van cerrando hasta formar una falsa cúpula, con un arco recto en el centro apoyado en recios contrafuertes. Tiene, pues, un gran valor arquitectónico y antropológico, también ecológico, por su funcionalidad y su integración a ese paisaje rural que ayuda a mantener.